Mitos de la paternidad cariñosa y afectiva
Los roles tradicionales en nuestra sociedad han condicionado seriamente la participación de los hombres en las actividades domésticas, además de alejarlos del ejercicio completo de la paternidad. Estos roles han restringido la responsabilidad de los varones en las actividades del hogar así como en la educación y crianza de las hijas e hijos, cediendo la responsabilidad a las mujeres, lo anterior ha limitado a los propios varones el disfrute de su paternidad, la expresión de sus emociones y la oportunidad de intervenir en el desarrollo de sus hij@s.
La participación de los hombres en el cuidado, aseo, educación, crianza, salud, alimentación, etc. de sus hijas e hijos, es obstaculizado básicamente por los comportamientos aprendidos desde la infancia. El modelaje recibido por las figuras masculinas como el padre mismo, los tíos y/o el abuelo, se refuerza también a través de los mensajes de la supuesta masculinidad y desde el juguete y el juego. La educación de género con sus expectativas propias para ambos géneros, determinara la conducta que los adultos imponen en los menores.
De esta manera, la repetición de los patrones de educación y específicamente de crianza, se repetirán en forma casi automática en niños y niñas. Lo esperado es que los varones en la edad adulta, sean buenos proveedores y dediquen la mayoría de su tiempo al trabajo y al desarrollo personal o profesional. A pesar de que hoy en día muchos hombres están participando de manera consciente y eficaz en las actividades de crianza de sus hij@s, la mayoría se apega al rol tradicional asumiendo que “la buena paternidad, es cumplir con las metas económicas” (o de instrumentación de vida). Ser un buen proveedor pareciera la meta de una buena paternidad.
Entre los pretextos para no sobre involucrarse en estas tareas, algunos hombres afirman tajantemente que si participan en la crianza de sus hijos, y que además lo hagan de manera afectiva y cariñosa, (particularmente con los hijos varones) estos serán proclives a ser hombres débiles, perdedores, tibios, poco hombres y dominados por las mujeres, siendo el máximo miedo que estos manifiesten conductas homosexuales. El machismo se interpone a un ejercicio sano de la paternidad, quitando la posibilidad de la expresión de la ternura y el amor en los varones, por considerar estas expresiones como femeninas.
El precio que los hombres pagamos al alejarnos de la vida emocional y psico-afectiva de nuestras hijas e hijos, es crear una relación de muy pobre calidad con ellas y ellos, de baja o nula confianza y limitada únicamente al cumplimiento de sus necesidades materiales.
La participación de los hombres en las tareas del hogar, además de la crianza, educación, etc. no solo brindará la posibilidad de un crecimiento más integral, mental y físico a sus hij@s, sino además facilitara la revaloración de lo femenino a través de la experiencia cotidiana junto con el trato cariñoso, amoroso y tierno que todo ser humano posee, independientemente de su sexo.
Otro beneficio de esta participación será erradicar la violencia que se genera al interior de las familias, mucha de esta motivada por factores como tensión y otros detonantes (frustración, enojo, adicciones, etc.) siendo de vital importancia eliminar la violencia de género, que promueve la cultura de género machista, con sus paradigmas de dominación, control y sometimiento que las mujeres deben mostrar.
La paternidad cariñosa y afectiva facilitará una buena comunicación padres e hij@s, rompiendo las barreras genéricas, permitiendo a su vez un vínculo cercano y fuerte entre estos, que garantice una autoestima más sana en los menores, además de aprendizajes de género de mayor equidad.
Escúchanos el lunes 26 de julio a las 8 de la noche y participa llamanos al 56047926
56048229
Lada 01800 6701680
Escríbenos palabradehombre660@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario